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Medvedev también remonta a Thiem y gana el título más importante de su carrera

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Venció por 4-6, 7-6 (2) y 6-3 para convertirse en el quinto nuevo 'maestro' en el último lustro. Thiem pierde su segunda final consecutiva del torneo, tras caer contra Tsitsipas en 2019

ATP Finals
Medvedev posa con la copa de campeón. TOBY MELVILLE REUTERS

Nunca le den por muerto. Daniil Medvedev siempre tiene algo nuevo que contar, un relato alternativo que le permite escapar cuando se encuentra arrinconado. Lo escribió en semifinales, contra Nadal, donde restó en el segundo set para no quedar eliminado, y volvió a improvisarlo ante Thiem en una final donde llevaba las de perder. No se fíen de su aire de indigente ni de su aspecto avejentado. Es un tipo peligroso, un asesino en serie que no contento con cobrarse las cabezas de Djokovic y Nadal se llevó por delante al austriaco, verdugo también de los dos primeros hombres del circuito.

El ruso, de 24 años, se impuso por 4-6, 7-6 (2) y 6-4, en dos horas y 42 minutos. Desde que Djokovic ganó en 2015 su quinto título, se han sucedido cinco campeones diferentes en las ATP Finals: Andy Murray, Grigor Dimitrov, Alexander Zverev, Stefanos Tsitsipas y el recién investido. Los tres últimos forman parte de la vanguardia, donde milita, también, con sumos méritos adquiridos, Dominic Thiem.

El austriaco, que ingresó el pasado marzo como número tres del mundo, abrió espacio en la final al llevarse el quinto juego, que dominaba su rival por 40-0. Perseverante, limpiando la línea de fondo de punta a punta en continuos desplazamientos laterales, con buena variación de alturas, se lo llevó gracias a una doble falta de su rival.

La fatiga de Thiem

Pero los exigentes partidos de semifinales cobraron más dividendos a Thiem. A Medvedev, quien rubricó el triunfo contra Nadal pasada la medianoche del sábado, se le vio suelto, con su tenis indescifrable, plagado de variantes. Se le fue el set con una derecha de Thiem que se envenenó tras golpear la cinta, pero buscó entre su dispensario de soluciones y acabó por desesperar a su rival, como lo hizo con los otros cinco tenistas a los que se ha medido en este torneo.

Ganador del US Open y finalista del Abierto de Australia, Thiem pasaba por el jugador del año. La derrota, no obstante, le deja como un tenista vulnerable, falto de poder de resolución en los trances definitivos. Nadie ha ganado tantas veces como él a los integrantes del Big Three, pero le falta fiabilidad en los momentos cruciales. Ha perdido dos finales de Roland Garros, ambas, contra Nadal, cayó ante Djokovic en la del Abierto de Australia, cedió el pasado año en la de las ATP Finals, contra Tsitsipas, y ganó la del US Open tras levantar ante Zverev dos sets adversos, cuando viajaba de nuevo camino del cadalso.

Tuvo un camino nítido hacia el título, con dos tentativas al resto en el séptimo juego, la primera de ellas, franca, con Medvedev vendido en la red. El desliz le acabó costando el parcial tras un desempate errático, lastrado por errores con el golpe de derecha. El ruso siempre compra billete de regreso. Poco certero con las opciones de break, rentabilizó la novena, en el quinto juego del tercer parcial, y dio un vuelco definitivo al encuentro. Ganó, como quien no quiere la cosa. Estrechó la mano de su adversario y buscó su silla. Es su noveno título, el segundo consecutivo, tras el Masters 1000 de París-Bercy. Es el mayor éxito de su carrera. Pero no se inmuta. Quizás porque lo mejor aún esté por llegar.

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