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Muere Antonio Martínez Sarrión, poeta novísimo

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Fue uno de los renovadores de la literatura española en los años 70

Antonio Martínez Sarrión.
Antonio Martínez Sarrión.JULIÁN JAÉN

Aquel invento de laboratorio que Josep Maria Castellet tituló como Nueve novísimos se va adelgazando. Ha muerto otro de aquellos jóvenes que cambiaron la poesía social y de compromiso por una estética de vanguardia a la que incorporaron el cine, la moda, el jazz, los anuncios de la televisión... Casi todo cabía. Y Venecia era el paraíso al que había que ir o regresar.

Antonio Martínez Sarrión (Albacete, 1939) fue uno de los marineros de aquella travesía mediterránea. Le gustaba ir por libre. Fue un apasionado del jazz y un traductor de referencia, ahí quedan sus versiones de Baudelaire, Genet, Leiris, Musset, Hugo y Chamfort. También publicó dos libros de memorias, Infancia y corrupciones (1993) y Una juventud (los dos en Alfaguara).

Pero por encima de todo, Martínez Sarrión, licenciado en Derecho, fue poeta. El centro inaccesible (Poesía 1967-1980) (Hiperión) recoge aquellos primeros libros de ruptura y osadía: Teatro de operaciones (1967), Pautas para conjurados (1967-1969), Ocho elegías con pie en versos antiguos (1972) y Una tromba mortal para los balleneros (1970-1973). Siguió después con Horizonte desde la rada (1983), Ejercicio sobre Rilke (1988), Cantil (1995), Cordura (1988), entre otros.

Poesía cáustica, reflexiva, no siempre de acuerdo con el culturalismo que se suponía en los novísimos... Con los años sus poemas se volvieron más sobrios, pero no perdieron la chispa.

Sus diarios son particularmente jugosos. Sabía ser mordaz, gozaba de ironía y no se andaba por las ramas si algo no le gustaba. Fue ferozmente independiente y lo tenía a gala, igual que su condición de defensor de la siesta: "Es incuestionable". En Cargar la suerte (1995) y Esquirlas (2000) hay todo un abanico de reflexiones, anécdotas, curiosidades lingüísticas y reflexiones sobre autores y libros.

"Como esta tarde", se lee en Esquirlas, "me hallo de un ánimo autumnal -no otoñal, ¡cuidado!- me dedico a rebuscar, en mi lengua, poemas sobre la estación". Y así llega a Rubén Darío y a Juan Ramón Jiménez, y luego desemboca en este hablar para sí (y que para tanto vale). "En la juventud acaso no hay más remedio que recorrer, un poco a paso de carga, todos los senderos o los más de las diversas formas de expresar, en verso, la belleza, el dolor, la diversidad o lo extraño e intenso del mundo. En la madurez, sin embargo, preciso y sensato será conformarse con lo que nos depare el azar".

Jesús Munárriz, poeta, editor y traductor de Martínez Sarrión, le trató bastante en su momento, le ha recordado así: "Se había recluido. Siempre había tenido problemas de visión pero ahora se había quedado casi ciego. Le tenían que leer y eso para un poeta es muy duro. Con Pepe Esteban editamos una revista que duró nueve o diez números. También fue amigo de Jenaro Talens".

La poesía de Antonio Martínez Sarrión, para Munárriz, "tenía un lado castellano manchego y otro surrealista, lo que le daba al libro una riqueza de imágenes. Pero no montadas en el aire. Son muy interesantes sus libros de memorias y sus diarios".

Quizá este poema, Holiday, del libro Una tromba mortal para los balleneros, refleje esas ideas:

"Al cabo/
de este domingo de piñata profundamente miserable/
se abrirá en abanico la semana/
de los lunes con un lunar de oro y muchos lápices/
de los martes de ríos orquestales/
de los miércoles quemados de magnesio/
que nadie osará hollar, siempre presentes,/
de los jueves con las más frescas lilas goteantes/
de los viernes repetidos y rojos como abiertas granadas/
de los sábados con danzantes etíopes y timbales/
de los domingos todos con tarde rescatada/
para jugar al corro bajo el palio infinito/
de la luz decayendo hasta el acorde".

Algunos también recordarán a Martínez Sarrión por su participación en muchos programas televisivos de Qué grande es el cine, que dirigió José Luis Garci.

De la nómina de Castellet pervive Pere Gimferrer, que mucho tuvo que ver en la confección de la lista, y un exquisito que mantiene vivo su fulgor, Guillermo Carnero. También sigue escribiendo Félix de Azúa, aunque hace muchos años que se separó de la poesía (o al revés). Y Vicente Molina Foix, en otras lides. Sigue José María Álvarez, y publicando. Ya no están, Anna Maria Moix, Manuel Vázquez Montalbán, Leopoldo María Panero. Ni Antonio Martínez Sarrión, fallecido por un infarto. Tenía 82 años.

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