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Entrevista

Isabel San Sebastián: "El Gobierno quiere minar los cimientos de la nación en beneficio de sus socios para mantener el poder"

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La nueva obra de la periodista, 'La dueña', va ya por su segunda edición

Isabel San Sebastián, en su casa de Pozuelo de Alarcón.
Isabel San Sebastián, en su casa de Pozuelo de Alarcón.JAVIER BARBANCHO

La escritora y periodista Isabel San Sebastián (Santiago de Chile, 1959) lleva vendidos más de 500.000 ejemplares de sus obras. Empezó con la novela histórica hace 16 años, tras un desafío de su amigo José Luis Balbín, y ahí sigue al pie de cañón con su nueva obra: La dueña (Plaza & Janés Editores), que va ya por la segunda edición. En periodismo ha hecho de todo: radio, prensa escrita y televisión.

¿La novela histórica le va ganando terreno al periodismo?
De momento, conviven en armonía y se ay
udan la una a la otra. Pero la novela me hace más feliz que el periodismo.
¿Por qué triunfa tanto la novela histórica?
En parte, porque España tiene una Historia apasionante con la que construir unas novelas llenas de aventuras, emociones y tramas fascinantes. También porque, como nos quieren hurtar nuestra propia Historia y está desapareciendo de los planes de estudios, de las programaciones de la televisión, de todas partes, la única forma de conocerla es leyendo ensayos o novela histórica. La novela ofrece la ventaja de que es más amena que el ensayo. Por eso suscita tanto interés.
¿La Historia desaparece de los planes de estudios porque los estudiantes no tienen interés?
¿Cómo no van a querer conocer la Historia de España? Es una de las dos grandes naciones de Occidente que han construido el mundo tal como lo conocemos hoy. Están Reino Unido y España. No hay más. Los demás fueron comparsas. ¿Que la Historia tiene sombras? Claro que sí, todas tienen sombras, pero eso no es motivo para esconderla, ignorarla o destruirla. El motivo es otro.
¿Y cuál es el motivo?
En la Edad Media, para derribar los muros de los castillos minaban los cimientos para que se cayeran las murallas. Y ahora, cuando quieres demoler una nación, le minas y le hurtas su Historia, que son los cimientos sobre los que reposa, y así te cargas la nación, que es de lo que se trata: cargarse la nación española para, sobre esos escombros, construir otras a partir de mitos, falsedades e intereses espurios.
¿El actual Gobierno de coalición del PSOE y Unidas Podemos va en esa línea?
Sí, exactamente: minar los cimientos de la nación en beneficio de sus socios para poder seguir en el poder. Ni más ni menos.
Sigamos con su novela 'La Dueña'. Con ella, se adentra en la Reconquista. ¿Por qué esta época?
Con
La Dueña
sigo con la Reconquista porque pretendo novelarla entera. Es un período fascinante. Es una epopeya de ocho siglos en los que sucede de todo. Y luego, es determinante en el devenir de España. Si no fuera por la Reconquista, España no estaría ahora en el ámbito occidental, democrático y libre de Europa sino que, a lo mejor, se habría quedado anclada al otro lado de Los Pirineos y junto con los países islámicos del Magreb. La Reconquista fue la proeza que nos permitió recuperar nuestra identidad cristiano-romano-visigoda, que había sido hurtada por los invasores que vinieron del otro lado del Estrecho. Eso es así en términos históricos. Ahora vemos la lucha enconada de los ucranianos por no dejar que les roben su tierra. Pues eso hicimos los cristianos hispanos durante ocho siglos: recuperar lo que se nos había ocupado y, al final, lo conseguimos. Me parece una hazaña encomiable.
No todos comparten esa visión. Hablan de la brutalidad...
¿Que hubo brutalidad? Por supuesto, la Historia está llena de brutalidad en todas las épocas, no sólo en la Edad Media. Pero, gracias a eso, tú y yo estamos ahora hablando en lugar de estar en casa criando niños y con un velo puesto, o en la calle manifestándonos contra el velo, que probablemente es donde estaría si la Historia hubiera sido otra.
Sin embargo, desde ciertos sectores de la izquierda se reivindica la presencia islámica en España como una época de esplendor, en la que florecían las artes, en contraposición con etapa sombría de los cristianos.
La España musulmana se asentó sobre lo que había sido la España romana. Córdoba había sido una gran urbe romana, Sevilla, Mérida... En esos lugares, que ya tenían un alto grado de desarrollo, se asentaron los primeros invasores musulmanes. Hubo de todo: luz y esplendor, por supuesto. La Córdoba califal y la Sevilla de las Taifas fueron lugares llenos de cultura, música y poesía, pero durante un período muy corto. La primera invasión fue brutal y, luego, no te quiero contar los almorávides y los almohades lo que trajeron consigo y lo que representaban. Eran el ISIS actual. Esto de identificar islam con luz, esplendor y la Alhambra de Granada es una visión muy interesada. También en el norte de España hubo grandes reyes cultos, como Alfonso X El Sabio o Alfonso II, que embelleció Oviedo... Hubo de todo en ocho siglos. Pero la visión maniquea de los musulmanes, como sabios, buenos, progresistas, que es ya decir una imbecilidad, y los cristianos, en cambio, eran los malos, los retrógrados y los crueles... Es una solemne estupidez, por no decir otra cosa.
En su novela, relata el papel fundamental que tuvieron las mujeres en la Reconquista, pero han sido las grandes olvidadas.
Cierto. Esas mujeres, durante varios siglos de Historia de España, fueron fundamentales, pero la Historia se olvidó de ellas. Tuvieron un papel determinante, pero más callado y más anónimo que el de los hombres. Y luego, sobre todo, porque la Historia la escribieron clérigos al servicio de otros clérigos o de reyes. Desde luego, siempre hombres y casi siempre clérigos y, en su propia naturaleza, pues no estaba el ser muy feminista, digamos, por emplear una palabra actual. Era gente más bien misógina. La Iglesia siempre ha sido muy misógina. La cristiana. Y la musulmana, mucho más.
Reivindica el papel de la mujer, pero mantiene sus diferencias con el "neofeminismo", como usted lo denomina.
Siempre he sido feminista, si entendemos por feminismo la reivindicación de igualdad de derechos, igualdad de responsabilidades e igualdad de oportunidades. Empecé a trabajar en el segundo de carrera y nunca he dejado de hacerlo. He criado a mis dos hijos durante muchos años sola porque me divorcié pronto, perdí a mis padres... Soy feminista pero no entiendo ni comparto la discriminación positiva, que es uno de los dogmas del feminismo de izquierda, por así decirlo. No comparto la equiparación del feminismo con el derecho al aborto. Y soy agnóstica, por no decir atea. No es una cuestión religiosa. No veo qué tiene que ver el aborto con el feminismo. O sea, no comparto los dogmas del feminismo actual, que han ido muchísimo más allá de la igualdad y reivindican otras cosas que, a mi juicio, son completamente ajenas. El feminismo era y sigue siendo muy necesario, pero no en los términos en los que los plantea la izquierda. Repudio profundamente la equiparación del feminismo con la izquierda. El feminismo no es la ideología de género, es un movimiento ajeno a la ideología porque es transversal.
¿Se ha pasado de frenada cierto feminismo y puede estar provocando el efecto contrario al deseado?
Por supuesto. Ahora hemos pasado de la discriminación de la mujer a la discriminación del hombre. Hemos pasado de que si llevas minifalda te mereces que te violen a que, si te acusan de haber violado, eres culpable mientras no demuestres lo contrario. Pues hombre, ni una cosa ni la otra. Repito, el feminismo lo que reivindica es igualdad, no reivindica discriminación. Tengo un hijo y una hija y quiero que sean iguales a todos los efectos y que tengan los mismos derechos y las mismas garantías. Claro que se ha pasado de frenada. El feminismo se ha convertido en una especie de bandera ideológica que recurre al exceso para hacerse notar.
Tras leer su novela, el presidente de Castilla-La Mancha, García-Page, dijo que la enseñanza que extrae es que "la unidad nos hace fuertes y la fragmentación nos debilita".
Cierto. Esa es la primera lección de la Historia. Y pasan los siglos y no lo aprendemos. Page, que me presentó la novela, lo subrayó. Le dije: "Mira, has captado la primera lección histórica que contiene esta novela".
Volviendo al periodismo. A los periodistas nos dicen una y otra vez aquello de que hay que reinventarse. Usted ha tocado todos los palos.
Todos, todos... si es que tengo muchos años. Soy abuela. Me ha cundido mucho el tiempo. Siempre digo que mi medio es la prensa escrita. Es donde empecé, aprendí y en el que espero estar hasta el final. También me gusta mucho la radio. La tele te da mucha notoriedad, pero a mí me encanta que no me conozca nadie. El anonimato es muy confortable. Pero, bueno, cada medio tiene su cosa. Creo en el periodismo de profundidad. Me formé en una época en la que teníamos tiempo para para investigar una noticia, para hacer fuentes, contrastar... Había un poco más de sosiego y no esta inmediatez de ahora de los medios digitales. A mí me atrae más el periodismo más sosegado, que te permite reflexionar. Probablemente, por eso me gusta también mucho la novela y la literatura, porque te permite ese tiempo de reflexión. La inmediatez del periodismo digital tiene sus ventajas, pero para mí tiene más inconvenientes que ventajas.
¿Cómo ve la evolución del periodismo?
Ahora, parece que tenemos más información que nunca, pero en realidad tenemos muy poca porque es muy superficial y no nos permite entender el mundo en el que estamos y lo que está pasando de verdad. Sólo nos aporta datos y más datos que somos incapaces de procesar. Eso nos convierte en muy vulnerables ante los abusos del poder. La única y la mejor defensa que tiene el ciudadano ante los abusos del poder es la información. Cuando tú multiplicas tanto esa información que, al final, la conviertes en inútil y abrumadora, el poderoso abusa porque tiene un terreno fértil sobre el que sembrar desinformación.
Esto entronca con el sistema educativo y con cómo las sucesivas reformas se han cargado la Filosofía, la Historia pierde terreno...
Están a la búsqueda de ciudadanos inermes intelectualmente. Ciudadanos ignorantes, incapaces de hacer una reflexión crítica y, por tanto, vulnerables a la propaganda y a la manipulación, que es de lo que se trata. Los medios van cambiando. La influencia de la televisión va menguando y somos más vulnerables a la influencia de los
influencers
. ¿No? A mí me parece aterrador, por ejemplo, que haya un montón de chavales que solo se informa a través de sus dos o tres
influencers
de referencia. Me crié en un mundo en el que leíamos el periódico. Iba a la facultad y llevaba dos o tres periódicos y me los leía. Leías los editoriales, los artículos de fondo, las noticias y tenías tus columnistas de referencia. Todavía conservo algunas fuentes de hace años. Ahora todo eso está desapareciendo y los chavales cada vez son más susceptibles a pseudo información procedente de gente que no tiene absolutamente ni idea de lo que les está contando. O sea, que no informan, sino que opinan, que es muy respetable, pero es otra cosa.
¿El asesinato de su primo por parte de ETA le cambió la vida?
Sí, y fíjate que tampoco era un primo con quien tuviera una enorme relación. Mi padre era diplomático y habíamos vivido siempre fuera, pero sí lo quería mucho. Rafa era un chaval encantador y me rebelé. Me pareció una cosa tan absolutamente injusta e infame. Yo había trabajado en Bilbao, en
La Gaceta del Norte
, y había cubierto atentados terroristas antes. Me vi a mí misma cubriendo ruedas de prensa de concejales de Herri Batasuna, en las que le daban total normalidad a los atentados. Algo me hizo
clic
en la cabeza y dije: "Esto no puede ser; ante esto hay que rebelarse y plantar cara".
¿Qué hizo?
Empecé a escribir y publiqué un libro con Carmen Gurruchaga,
El árbol y las nueces
, y a partir de ahí hubo una amenaza específica. Fueron 11 años con guardaespaldas y dando la batalla para acabar en esto que llaman paz y no deja de ser una claudicación asquerosa. Para acabar viendo cómo todos esos asesinos vuelven a casa aclamados por la multitud. Es una parte de mi vida que he cerrado y que lo único que me trae son disgustos. Cuando veo para lo que ha servido... A mí me mataron a un primo, pero pienso en la gente a la que le han matado un padre, un hijo o un hermno. Es asqueroso. Lo que se ha hecho con el final de la ETA armada, del terrorismo armado, porque ETA no ha acabado; ETA ahora se llama Batasuna o Bildu y está en el Congreso. La forma en la que se ha terminado con la violencia es tan repugnante y tan injusta que procuro apartarla de mis pensamientos.
Ser hija de un diplomático debe de marcar.
Sí, cierto. Nací en Santiago de Chile, pero con dos meses me subieron a un barco y me trajeron a Europa. Estuve en Suecia, Francia, Italia, Alemania y en otros muchos países de Europa. Es una circunstancia que marca. De hecho, todos los personajes de mis novelas son nómadas. Van de un sitio para otro, como fui yo. Mi infancia fue apátrida y eso marca, ¿no? Pero, bueno, ya me asenté hace muchos años en Pozuelo de Alarcón, en Madrid, y encontré un sucedáneo de patria que se llama Asturias, donde nacen todas mis novelas y la gente, el mar y el verde son maravillosos. Así que, después de muchos años de ser apátrida, ya encontré lo más parecido a un hogar.

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