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'En el blanco', el documental que destapa las miserias de una de las marcas de moda más deseadas entre los jóvenes

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La producción recién estrenada de Netflix explora el fenómeno pop de la firma estadounidense Abercrombie & Fitch.

Toya Spencer, exgerente de Diversidad e Inclusión en la firma de moda Abercrombie & Fitch, se quedó estupefacta en la primera reunión que tuvo a principios de 2000 con los encargados de las tiendas de la popular y exclusiva marca: "Me quedé sin palabras al escucharles decir qué tipo de trabajadores querían de cara al público, de la manera que tenían de hablar sobre la belleza, de quién (a su parecer) era guapo y quién no, de cómo se diseccionaba al detalle los rasgos de la gente y de cómo se decidía en las entrevistas quién servía y quién no según su aspecto. No me podía creer que esas prácticas se llevaran a cabo en una selección de personal".

Las declaraciones de Toya se unen a las de más de una decena de extrabajadores y exmodelos de la compañía y periodistas de investigación que, en En el blanco: El ascenso y la caída de Abercrombie & Fitch, el documental que acaba de estrenar Netflix, cuentan las prácticas de contratación de esta marca mundialmente famosa, que pasó de ser una de las más deseadas y exclusivas entre los adinerados jóvenes estadounidenses a finales de los 90 y principios de los 2000 a la más odiada en el país americano, acusada de discriminación por su empeño en emplear solamente a gente guapa, que se traducía en jóvenes blancos, atractivos y musculados, entre 18 y 22 años.

Toya había sido contratada para lavar un poco la imagen de la firma, después de que la empresa fuera demandada por racismo por exempleados en 2004 (a los que finalmente acordó pagarles casi 50 millones de dólares). La marca con tiendas en medio mundo se comprometió a cambiar la forma de contratar: la plantilla pasó de tener un 90% de trabajadores blancos en 2005 a un 53% en 2011. Aun así, la identidad, el sentir de Abercrombie & Fitch y la exclusión como claves del éxito seguían intactas; de hecho, a las personas de color que se contrató tras la denuncia se las colocaba en los almacenes.

El éxito

La producción muestra con detalle el devenir de la firma, que cuenta en la actualidad con casi mil tiendas por todo el mundo (incluidas sus marcas filiales). Su andadura comienza cien años atrás como una marca de ropa y equipos de deportes exclusivos como hípica, caza y pesca que tenía entre sus clientes a Ernest Hemingway o Teddy Roosevelt. A principios de los 90, se decide reinventarla y se nombra a Mike Jeffries como consejero delegado. Este da una vuelta total a la firma con un objetivo: ser la enseña más guay entre los jóvenes adinerados de 18 a 22 años e imagen del "perfecto americano", guapo y atlético.

La fórmula funcionó y, en poco tiempo, las (carísimas) camisetas, sudaderas, gorras y tejanos que lucían impecables modelos en los carteles eran el objeto del deseo en los campus universitarios y signo de exclusividad entre la juventud pudiente estadounidense. Pasear por la calle con una de las bolsas de A&F serigrafiada con el torso desnudo de chicos similares a dioses griegos era lo más cool del momento y adentrarse en uno de sus establecimientos, de luz tenue, con la música a todo volumen, con un olor que enamoraba a jóvenes y empachaba a los adultos y en cuya puerta te daba la bienvenida uno chico espectacular sin camisa al susurro de How're You Doing? era una experiencia que todo el mundo quería vivir, porque no existía en ninguna otra tienda de los grandes centros comerciales de Estados Unidos. A la marca sucumbieron iconos como Jennifer Lawrence, Taylor Swift, Channing Tatum, Ashton Kutcher, Heidy Klum y January Jones, entre otros, según se muestra en la producción de Netflix.

El desprestigio

Pero a mediados de la década del 2000, las cosas se torcieron. "Un día, sin más, la encargada de la tienda en la que trabajaba me dijo que ya no contaba conmigo porque era filipino", declara ante las cámaras uno de los exempleados de la marca. Lo mismo le pasó a otra joven. "Le pregunté a mi jefa si podía trabajar más horas y hacer otras cosas que no fuera limpiar el escaparate. Ella me dijo que no, que era muy buena limpiando. A los pocos días dejé de estar en el calendario de turnos y al preguntar me dijo que no me preocupara, que ya me llamarían. Nunca más lo hicieron", afirma esta joven de raza negra.

A estos casos se unieron más y entre todos decidieron poner una demanda colectiva a Abercrombie & Fitch por discriminación, a la que luego siguieron más, como la famosa denuncia de una chica musulmana que fue rechazada en el proceso de selección por llevar hijab. La firma, aunque llegó a acuerdos monetarios con los afectados, nunca reconoció haber llevado a cabo discriminaciones ni contrataciones excluyentes.

Mike Jeffries, exconsejero delegado de Abercrombie & Fitch.
Mike Jeffries, exconsejero delegado de Abercrombie & Fitch.

Sin embargo, tras estos escándalos, sí empezaron a salir a la luz prácticas poco éticas. "Los reclutadores tenían un manual en el que se mostraban las normas para contratar, entre las que se incluían lo que ellos consideraban como "ser guapo", declara un exempleador de la firma. "Para ser contratados en las tiendas se requería, además, tener un cuerpo atlético, un corte de pelo clásico y llevarlo limpio y bien peinado. Las rastas eran inaceptables y los hombres tampoco podían llevar cadenas de oro...".

Pero la bomba que hizo que el prestigio de la marca se hiciera añicos fue la conversación que tuvo Jeffries con un periodista en 2006 y que luego éste publicó años más tarde en un reportaje sobre tiendas de moda: "Sí, somos una marca excluyente, no me gusta que gente que no es cool lleve nuestra ropa", aseguró sin rodeos este excéntrico empresario que vigilaba él mismo cualquier detalle de la marca, desde el diseño de los logos y la ropa, hasta el aspecto de los dependientes y la limpieza de las estanterías de los locales.

Los escándalos, las demandas y la mala situación financiera por la que pasaba la empresa obligaron a Jeffries a abandonar Abercrombie & Fitch en 2014. El directivo no ha querido participar en el documental y tampoco ha emitido ninguna declaración al respecto, algo que sí ha hecho la nueva dirección de la renovada empresa tras la salida del ejecutivo. En un comunicado en sus redes sociales, que queda plasmado al final de la película, aclaran: "Se trata de una historia que tuvo lugar bajo el anterior liderazgo. Queremos dejar claro que son acciones, comportamientos y decisiones que ahora no se tolerarían en la empresa".

En el blanco: El ascenso y la caída de Abercrombie & Fitch, de hora y media de duración, ha sido dirigido por la premiada cineasta y periodista Alison Klayman, quien fue galardonada en el Festival de Cine de Sundance en 2012 por su documental Ai Weiwei: Never Sorry.

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