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Nicolás Maduro se apunta una victoria personal con el canje de sus 'narcosobrinos' por rehenes estadounidenses

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El entusiasmo presidencial lleva al jefe revolucionario a adelantar la Navidad

Ejecutivos de Citgo a las puertas del Sebin, en Caracas.
Ejecutivos de Citgo a las puertas del Sebin, en Caracas.AP

El Palacio de Miraflores vivió este domingo una fiesta esperada durante años. Gracias a la negociación bilateral que mantiene con Washington desde hace siete meses, nada más estallar la invasión de Ucrania, los dos famosos 'narcosobrinos' de la pareja presidencial han recuperado la libertad pese a la condena a 18 años de cárcel que pesaba sobre sus hombros por conspiración para introducir en EEUU 800 kilos de cocaína.

Tanto fue el entusiasmo presidencial que Maduro aprovechó la coyuntura para dar inicio, por sorpresa, a la Navidad. "Demos gracias a dios y a la vida por haber nacido en el país más hermoso del mundo. ¡Felicidad a todos y todas!", clamó el "hijo de Chávez", principal beneficiado de los acuerdos alcanzados con Washington, que además de liberar a los sobrinos de su pareja, acogidos por él mismo desde jóvenes, ha obtenido para otro de los sobrinos de Cilia, Carlos Erik Malpica Flores, una especie de amnistía desde Washington para que regrese a sus negocios millonarios. Malpica ejerció como tesorero nacional y comisionado presidencial antes de ser sancionado por EEUU.

La administración de Joe Biden ha preferido ceder y entregar a Caracas a Efraín Campo Flores (36 años) y Franqui Flores de Freitas (37), sobrinos de la "primera combatiente revolucionaria" y mujer de Maduro, Cilia Flores, capturados en 2015 en una operación de película por la Agencia Antidrogas (DEA), que les detuvo por sorpresa en Haití y los trasladó a Nueva York gracias a una extradición exprés. A cambio, el presidente estadounidense ha obtenido la libertad de siete ciudadanos estadounidenses rehenes de Maduro en el país criollo: los cinco directivos de Citgo, filial norteamericana de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), y los ciudadanos Osmar Khan y Matthew Heath, encarcelados por el Gobierno de Maduro.

Los directivos petroleros fueron capturados tras caer en la trampa tendida por la revolución y el resto de presos estadounidenses fueron víctimas de distintos secuestros con el objetivo evidente de convertirse en fichas para la negociación. A Maduro incluso le restan cuatro ases en la manga para conseguir ahora la libertad del millonario colombiano Alex Saab, señalado como su testaferro y principal operador financiero internacional de la revolución: entre los 240 presos políticos recluidos en sus mazmorras se encuentran los dos ex boinas verdes que participaron en los desembarcos fracasados de 2019 y otros dos ciudadanos a quienes se acusa de entrar sin autorización al país sudamericano con ánimo de conspirar contra el Gobierno.

"Todavía tenemos más trabajo por hacer", reconoció Antony Blinken, secretario de Estado de la administración Biden.

La propaganda revolucionaria se ha cuidado mucho de vincular al dúo Maduro/Flores con el narcotráfico y durante años evitó destacar los lazos familiares existentes entre los cuatro. La estrategia ha continuado en las últimas horas, con el aparato mediático bolivariano empeñado en vender a su opinión pública que los dos jóvenes casi anónimos eran protagonistas de una venganza del imperio.

A la postre se trata de una trascendental victoria personal para Maduro y una operación con réditos internos para Biden, pero sobre todo un varapalo enorme para la lucha democrática de Venezuela, en la que ha vuelto a triunfar la impunidad y que deja en fuera de juego, una vez más, a la oposición democrática y al Gobierno encargado de Juan Guaidó.

"Una vez más la dictadura de Maduro evidencia que no le interesan los venezolanos, sino simplemente el beneficio de su entorno al pedir a narcotraficantes a cambio de rehenes", se quejó Guaidó.

"El intercambio es uno entre varios puntos de negociación bilateral: energía y sanciones, paquete humanitario, oposición y elecciones de 2024 y Colombia. Todo en un contexto global y regional que cambió, nada es aislado", desveló el analista Michael Penfold.

La presión de la opinión pública estadounidense ya forzó en marzo pasado la presencia en Caracas de Roger Carstens, enviado especial de Biden para asuntos sobre rehenes, durante las negociaciones entre ambos gobiernos y la crisis energética como telón de fondo. "Cuando se dio el canje de Trevor Reed (ex marine liberado por un piloto ruso en EEUU), la presión aumentó. Biden ha recibido mucha presión pública para hacer lo que fuese necesario para sacarlos de Venezuela", constató para EL MUNDO María Puerta Riera, profesora de gobierno americano en Florida.

La odisea de Heath, que incluso sufrió en junio pasado un intento de suicidio tras permanecer en prisiones venezolanas durante dos años, había conmovido especialmente a los estadounidenses.

"Hay canales de comunicación que están rindiendo frutos, y que en el caso de los EEUU tienen la particularidad de trascender la polarización típica con el electorado del Sur de la Florida. A pesar del temor que hay en algunos sectores de la opinión pública de ese electorado venezolano en los EEUU y en Venezuela, el levantamiento de sanciones que persigue Maduro, no se ha concretado. Eso debería indicarnos que ese paso, que es parte de un proceso incremental, no se va a producir con la celeridad a la que Maduro aspira. Entonces, estamos frente a un proceso complejo donde hay que considerar el vacío que está dejando la oposición, ausente de estos acercamientos", precisó Puerta, que además se interroga respecto a la negociación que prosigue y sobre quién representa en ella a la oposición.

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