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Las Cárcavas de Valdepeñas de la Sierra, la espectacular ruta 'a lo Star Wars' que arrasa entre los madrileños

Actualizado

Las Cárcavas de Valdepeñas de la Sierra, situadas en la linde de Guadalajara y Madrid, es un monumento natural que sorprende a muchos excursionistas.

Foto: Shutterstock.
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Hasta que en los pasados años 90 El Mundo publicó un reportaje sobre este paraje, las Cárcavas de Valdepeñas de la Sierra habían pasado desapercibidas, excepto para los cabreros y los vecinos de Alpedrete de la Sierra. Desde entonces, el lugar empezó a registrar visitas de turistas y curiosos. Hoy, el paseo que lleva hasta ellas se incluye en los programas de todas las agencias de excursionismo madrileñas.

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Situadas en la linde de Guadalajara y Madrid, que marca el río Lozoya, y a menos de dos kilómetros de la presa del Pontón de la Oliva, el socavón de las cárcavas es un monumento natural de primer orden que se descubre, rojizo y encrespado, en mitad de las suaves lomas.

Foto: Shutterstock.
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Las cárcavas son depresiones del terreno producidas por las precipitaciones. Erosión singular, se originan en suelos arcillosos en pendiente carentes de vegetación. Así ocurre con estas abiertas en mitad de una despejada ladera.

UN ASPECTO ESPECTACULAR

Sin un manto vegetal que asiente el terreno, las escorrentías y avenidas fluviales obran a su antojo y, ayudadas por la fuerza de la gravedad, se llevan el material del suelo ladera abajo. El resultado final son un conjunto de abarrancamientos, que en nuestras cárcavas superan los 50 metros de altura, y que confluyen en su parte final, otorgando a la depresión un aspecto de tartera con el fondo torturado.

Entre los abarrancamientos persisten bordes y estructuras de materiales más duros o apelmazados, que originan un conjunto de lomos afilados, que muchas veces concluyen en estilizadas torres terrosas. Barrancos y agujas conforman un fantástico escenario digno de La Guerra de las Galaxias. Tanto es así, que en otros lugares del mundo donde aparecen, estas afiladas estructuras son conocidas como torres de brujas o agujas del diablo.

Foto: Shutterstock.
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El pie de la histórica presa del Pontón de la Oliva es el punto de partida para llegar a las cárcavas. Se accede por la M-102 desde Torrelaguna, en el norte de la región madrileña. Desde el muro del embalse hay que seguir a pie. Primero por la pista que lleva a Alpedrete, en un primer tramo con cierta inclinación.

EL SENDERO DEL GR-10

Se abandona cuando da una cerrada curva a la izquierda. En este punto se continúa con la misma dirección por una senda que cruza un olivar. En las piedras del suelo aparecen señales blanquirrojas. Indican al sendero de gran recorrido GR-10, que entra en la región por este lugar.

Un centenar de metros más adelante, descender por una senda menos marcada hasta el cauce del arroyo de la Lastra, abajo a la derecha. Al otro lado, la senda se define y empieza a remontar una larga loma. El camino presenta otra bifurcación. La de la derecha recorre el cauce de otro arroyo y lleva al fondo de las cárcavas. No es recomendable seguirla, pues solo conduce a uno de los estrechos callejones -se tocan las dos paredes al estirar los brazos- donde las vistas son peores que desde lo alto. Con el riesgo añadido de exponerse a los desprendimientos de piedras desde lo alto.

El sendero más marcado asciende la loma, presentando algunos escalones donde el suelo se muestra más descarnado. Es una subida de un kilómetro algo aburrida, en la que solo entretiene la promesa del espectáculo que se verá desde lo alto.

Ya arriba, hay que asomarse al borde del socavón con precauciones, dado lo inestable del terreno. Abajo se extiende la extraña geografía de callejas, cortados, torreones y bordes afilados, en los que se han entretenido durante siglos los elementos. El regreso es por el mismo camino que nos subió hasta aquí.

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